Lariza Vázquez. "Y mandó un cuervo, que estuvo yendo y viniendo hasta que el suelo se secó" (Gen. 8:7). Óleo sobre tela, Bastidor de aluminio, madera, estufa y loneta del calibre 12, 100% algodón e imprimado con gesso, 150 x 120 cm, 2024. Lariza Vázquez nace en Matamoros en 1976. Creció entre Tamaulipas y Oaxaca. Estudió la Licenciatura en Diseño Gráfico en Monterrey, Nuevo León. El arte para Lariza se basa en convicciones profundamente espirituales; supo que el arte sería su vocación, un talento casi innato, autodidacta, sin dejar a un lado su preparación académica. Trabaja con soltura y regularidad la acuarela, el acrílico, la pintura al óleo, el carboncillo, el lápiz, el gis pastel, entre otras técnicas. Sobre todo, le gusta tanto la historia como la técnica del óleo porque considera que esta preferencia le permite explorar con más satisfacción sus capacidades técnicas y matéricas, a su vez que indaga sobre su influencia en al arte clásico o universal. Tienen la convicción que, aunque siempre va haber referentes culturales e inmediatos o influencia del entorno, los argumentos de su pintura están basados sobre todo en sus lecturas. El espectador encontrará sincretismos complejos y una pluralidad de saludable vastedad técnica. Lariza afirma con convicción: “La pintura se hace para quien le guste, para quien la compre y para sí mismo”. En principio su trabajo es muy íntimo, después trata de ofrecer al espectador sus fibras más sensibles (estéticas, argumentales, visuales, espirituales, etc.) es decir, propone “nuevos” vasos comunicantes con el observador. Al final de la jornada la obra realizada entrará en un terreno de infinitas subjetividades y criterios personales sobre el gusto. La gran lección de vida que le deja este oficio es estar convencida que el arte es una cualidad espiritual, razona y cree que el ser humano es una obra del GRAN ARTISTA UNIVERSAL. Certificado de autenticidad. Medidas: 150x120 Excelente